jueves, 18 de junio de 2015

CLII

El espacio que dejé

Todo tu néctar de jardín marchito hurté.
Mastiqué tus espinas de amarillento pasto.
En este sol obsceno me despigmenté 
y son mis áridos pies los que apisonan tus llamas.
          
Mi rostro se desanda, desangra,
rostro que no supe lucir. 
Tampoco aprehendí la imposición.
Son mis deseos vitales los del apócrifo.

Noûs subyugante a la moral del exilio,
tan añejo como este disparatado fluir,
esta distante historia de enfrentamientos.
En vano, nos digo, nunca supe decirnos.
No más que en términos y miradas fulminantes.

Yo no sé de moral.
Yo no sé de saber.
Yo no sé de mirar.
Yo no.

No quedan más distancias que conservar.
Es que nos alcancé, nos sacudí, nos perdí.
No queda lejos, colgajos de infamia,
sólo la última prórroga de absolución.

Yo que vapor de decir.
Yo que fruto de humo.
Yo que espiral de vacío.
Yo que no volveré a ser llamado.


Stéphanie Pau Tombetta


No hay comentarios:

Publicar un comentario