lunes, 16 de marzo de 2015

CXXXVIII

You should've 


Se acabaron los besos.
Las buenas noches ya no me pertenecen
y la miseria que juega a ser mi cobija —la última—.
Se acabó, no te envuelve más,
y ninguna llave abre a los cuerpos.
Los amaneceres son hoy los puentes para dar el salto. 
El desconcierto, mi sinfonía,
y me muevo, algunos me ven girar.
Yo también confundo giros con caídas.
El tenor más alto, en mis vísceras,
y me desangro, mis venas se disgregaron,
mis poros respiran la asfixia.
Permanecés porque no podés más.
Tus lágrimas pulverizadas
y tus huesos rotos, no más.

El cielo se quebrantó cuando lo miraste,
los árboles danzaron al son de tu voz.
Yo no te escucho más, ¡mas qué va!
Te abraza la recursividad solar
y tu respirar siempre hará a las aguas roar.

Se acabaron las perplejas miradas.
No volveré a negar mi naturaleza:
isla, orillas anegadas, musgo
—este sol no te pertenece—.
Se acabaron los ratos de los ratos.
No soy más un rato y no hay rato para estar.
Nunca fui mi hogar y en el tuyo no quepo más.
Se viciaron las palabras.
Yo me vacié.


Stéphanie Pau Tombetta

1 comentario:

  1. Con el mismo terror que sucede al sueño profético, dentro de una pesadilla, y con el mismo nudo en el estómago de tomar al infierno como propio una mañana cualquiera, no puedo dejar de leer tu blog. Te juro que en mi cara se figura un asco tan fiel como antiguo, y es tan hermoso.

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