lunes, 29 de diciembre de 2014

CXXXIII


Túneles


Palabra, te digo,
para no morir
y desangrarme.

¿En este espejo también me veré morir?
¿Cuándo fue que aprehendí esta resistencia al ahogo?
¿En cuántas gotas más podré atomizar el mar?
¿Cómo lucirá el último cielo que, fingiendo, me confiará libertad?
El veneno emula hoy a la poción de sanación.
La luminosidad del amanecer murió para arremeter contra la noche.
Yo oscurecí, ya aparecí, ¡he llegado!, me hice noche.
Y en su afluente de fétida sangre fluyo, soy pérdida libre.
Ya me diluí, a un cuerpo exangüe abandoné, liberé.
Ya nos soñé muertxs, ya nos descubrí, ya renací.
Ya hablo de una certeza, hablo de la inmortalidad de lo mortal:
sólo-la-muerte-es-inmortal.
Sólo hablo de lo que sé, de nuestra naturaleza.

Ahora imagino sentir el dolor de Hera, el que dolió a la Vía Láctea, el que me acecha.
Un espejo empañado, algunas grietas, algo en el fondo jadea.
                                                                                             

 Stéphanie Pau Tombetta

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